El territorio de la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria, que abarca siete municipios de la isla -de forma parcial unos y en su totalidad otros- sorprende tanto a visitantes como a grancanarios. Tradiciones, fiestas, personas, costumbres, arquitectura, gastronomía, leyendas… junto a la flora, la fauna y la orografía conforman un entorno único para descubrir.  

AGAETE

LA ALDEA DE SAN NICOLÁS

ARTENARA

MOGÁN

SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA

TEJEDA

VEGA DE SAN MATEO

MAPAS

Cuando te acercas al Puerto de las Nieves, enclave de tradición pesquera de la zona norte, siempre llaman la atención las abruptas costas que desde allí se divisan. Bajo el sol y en contraste con el azul del cielo unas veces, o entre una ligera bruma marina otras, estos acantilados que se hunden en el mar invitan a la visita. Para llegar hasta ellos se toma la carretera, desde Agaete, hacia la Aldea de San Nicolás y…comienza un apasionante recorrido entre riscos y mar divisando las cumbres de Tamadaba.

La flora y fauna endémicas son protagonistas en esta zona donde la mano humana casi no ha intervenido debido a lo abrupto de la orografía. Todo el recorrido nos muestra acantilados de roca volcánica llenos de vida y otras formaciones costeras con nombre propio como la Punta de Góngora y Punta de las Arenas (ambas pertenecientes al municipio de Artenara).  

El Risco de Agaete, pequeño pueblecito al borde de la carretera, es el último punto en el que reponer fuerzas antes de adentrarse en el Andén Verde. Este pintoresco lugar guarda un rincón secreto: El Charco Azul. Un sencillo sendero que termina en unas cascadas de agua que, procedentes de las cumbres, forman piscinas naturales en un entorno de grandes piedras lisas en las que recostarse a tomar el sol y disfrutar del silencio. Un chapuzón aquí puede ser un placer.


Las aguas marinas son también, en esta franja costera, parte de la Reserva de la Biosfera de la isla. La playa de El Risco, desde el pueblo homónimo bajando hacia la costa, o la de Guayedra son las más conocidas y accesibles. A esta última se llega atravesando un palmeral y bajando un barranco a pie, no es muy transitada y sus aguas, aunque invitan al baño, son bravas por lo que es importante conocerlas antes de adentrarse en el mar.

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Este municipio es Reserva de la Biosfera en su totalidad. Llegar hasta "La Aldea", nombre por el que es conocido el pueblo principal, es un recorrido impresionante tanto si se accede desde el sur, por Mogán, como desde el norte, por Agaete. Riscos imponentes que comienzan en las cumbres de Tamadaba y de Inagua, forman barrancos que llegan al mar. Los de Tasarte y Tasartico, por la ruta de Mogán, son muestra de ello y terminan en pequeñas playas en las que un chapuzón siempre se agradece. Toda la costa del municipio y su franja marina forman parte también de la Reserva de la Biosfera y está llena de calas y playas aunque la abrupta orografía impide el acceso a ellas desde tierra. Guguy (también conocido como Güi-Güí) es una de las más famosas y bellas y, puesto que acceder a ella por tierra supone caminar durante varias horas por un terreno árido bajo el sol, permanece prácticamente virgen y llena de riquezas naturales. El acceso por mar desde La Aldea,  Agaete o Mogán, es la forma más utilizada por quienes quieren conocerla aunque los más intrépidos pueden elegir ir con los pescadores en sus barquillas o aventurarse a llegar a pie. La experiencia será inolvidable, intensa y muy hermosa. Acampar no está permitido y siempre se recuerda a los visitantes que se lleven  toda la basura que generen para que el lugar continúe siendo un rincón lleno de magia, belleza y biodiversidad.

Al llegar al pueblo de "La Aldea", en el que la actividad agrícola ha sido siempre protagonista, se respira tradición. Recorrer las callejuelas en busca de la Casa Balcón, el Centro Cultural, la iglesia y el ayuntamiento nos dará una idea general del pueblo hoy. Por su parte, los molinos harineros de viento y los "museos vivos" nos muestran el ayer. Colecciones de enseres de antaño mostradas y explicada por los mayores del lugar, se convierten en verdaderos vestigios etnográficos y antropológicos sobre la zona. 

La Aldea, consciente de su lejanía, cuenta con establecimientos hoteleros, casas rurales y albergues en los que el visitante puede alojarse y así, degustar sin prisas antes de regresar la gastronomía típica del lugar como la ropa-vieja de pulpo o los sabrosos quesos artesanales.  

El Centro de Interpretación de la Micro Área Marina Ecoturística Litoral El Roque, ubicado también en el pueblo, merece una visita para aprender todo sobre la biodiversidad marina de la zona y tal vez anima a alguno a disfrutar de alguna de las actividades acuáticas respetuosas con el entorno que organizan. 

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El paisaje volcánico que el insigne literato Miguel de Unamuno definió como "tempestad petrificada" sigue hoy sorprendiendo a quienes se acercan a contemplarlo desde el pequeño mirador que lleva su nombre o desde el "Mirador de la Cilla" al que se accede por una galería excavada en la roca. Este municipio, cuyo territorio íntegro forma parte de la Reserva de la Biosfera, tiene su centro neurálgico en la coqueta plaza de la Iglesia de San Matías.  Sus pequeños bares y terrazas son lugar de reunión de habitantes y visitantes  y en ella se celebra, una vez al mes, un pequeño mercadillo agrícola y artesanal con productos de la zona.

La visita obligada en Artenara es la Ermita de la Virgen de la Cuevita, patrona de los ciclistas y de las agrupaciones folclóricas de la isla. Totalmente excavada en la roca volcánica, reproduce el esquema de las casa cueva de la zona diseminadas por las laderas del municipio. Morada de familias ya desde la época aborigen y hasta nuestros días, la visita al Museo Casas-cueva  ayuda a comprender como eran y como son hoy estas casas del corazón de la montaña. Alquilar una de ellas para pasar unos días y recorrer los múltiples senderos rurales del municipio es una opción diferente para conocerlo. 

Fuera del casco del pueblo, Acusa Seca o las cuevas de Risco Caído son claras muestras de la importancia que esta zona tuvo para  los aborígenes isleños. El conocido pinar de Tamadaba, gran masa forestal de pino canario que termina en espectaculares riscos sobre la costa noroeste, es de  obligatoria visita y a ser posible al atardecer pues ver caer el sol desde allí resulta todo un espectáculo imposible de olvidar.

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El municipio de Mogán, uno de los lugares del planeta con mayor cantidad de días de sol al año,  tiene su franja marina totalmente integrada en la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria. La orografía de los fondos unida a la biodiversidad animal y vegetal sumergida hacen que la zona sea excepcional. El mar siempre ha sido aquí importante y existen vestigios arqueológicos que demuestran que en la costa del actual Puerto de Mogán  se vivía del mar y de la pesca desde tiempos inmemoriales. El yacimiento arqueológico aborigen Lomo de los Gatos lo atestigua y merece una visita pues, además de la apasionante historia, ofrece unas  vistas preciosas del mar y la costa. 

Desde el mar también se divisa el espectacular Macizo de Tauro que, de la cumbre, lleva el agua a la zona  formando micro-cuencas de barranco como los de Tauro, Taurito o Mogán entre otros. Todo el macizo es también Reserva de la Biosfera pues contiene varios endemismos animales y vegetales y guarda una joya en peligro de extinción: el drago de Gran Canaria (Dracaena tamaranae). Esta especie, adaptada a territorios áridos y volcánicos con poco suelo y agua, ha elegido los riscos más inaccesibles  para mantenerse viva, alejándose de los lugares donde la acción humana ha sido más impactante.

Siguiendo la carretera desde la costa al interior se llega a Mogán pueblo. Pequeño y pintoresco, está encavado en un paraje hermoso. Los  bares y restaurantes del centro del pueblo siempre están llenos de lugareños que, acostumbrados a recibir visitantes, no tienen reparos en sentarse con ellos a charlar y contarles el pasado y presente de la zona.

El molino de Mogán, conocido también como "Molino quemado", da nombre al pequeño caserío que se encuentra justo antes de llegar al pueblo de Mogán. Un antiguo molino de viento que data del siglo XIX y que, según cuentan, lo quemó un vecino en protesta contra algunas decisiones municipales. Reconstruido por el ayuntamiento, fue el responsable de la "molienda" de harina para toda la zona es hoy un referente y símbolo del municipio.

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Internacionalmente famoso por sus playas el municipio cuenta también con zonas cumbreras  de características únicas que forman parte del territorio de la Reserva de la Biosfera. Los espectaculares Riscos de Tirajana  albergan un sinfín de vida natural  y actividad humana. Pequeños asentamientos rurales como Risco Blanco muestran la armónica convivencia entre hombre y  naturaleza. La capital del municipio, conocida por su nombre aborigen: Tunte, también se encuentra a la falda de estos riscos. Un pueblo cargado de sabor canario en el que se respira la vida rural y hasta donde se acercan los miles de turistas que cada año visitan las costas de Maspalomas. En todo esta área proliferan los caminos y rutas rurales para la práctica del trekking por lo que hay muchas casas rurales y algún que otro hotel para albergar a caminantes y amantes de la naturaleza.

Desde la playa de Maspalomas, subiendo por San Fernando hacia Fataga, hay un mirador desde el que contemplar el Macizo de Amurga. Esta formación rocosa, situada entre los barrancos de Tirajana y Fataga, fue importante para los aborígenes como espacio sagrado para el culto a los astros que se desarrollaba siempre en lugares elevados. Desde el mirador se aprecia también el tupido palmeral de Fataga, masa de palmeras canarias enclavadas en mitad de un paisaje árido y abrupto. Avanzando por la carretera y antes de alcanzar el palmeral nos tropezamos con Arteara. Este pequeño caserío  esconde en su interior un yacimiento arqueológico aborigen que bien vale una visita: la Necrópolis de Arteara. Continuando por la misma carretera se alcanza Fataga, coqueto pueblo tradicional perfecto para hacer un alto en el camino y probar la gastronomía de la zona o comprar algún recuerdo típico. Avanzando de nuevo, ahora en los Altos de Fataga, se encuentra el Molino de Agua de Cazorla que es Bien de Interés Cultural.
El Parque Natural de Pilancones, de más de 5.700 hectáreas de extensión, recorrido por varios senderos de elevada dificultad en algunos tramos, permite disfrutar de pinos canarios, especies vegetales endémicas y aves autóctonas como el pico-picapinos, cuyo ruido "martillando" los árboles acompaña al caminante o el  pinzón azul de Gran Canaria, ave en peligro de extinción que cuenta con un Plan de Recuperación aprobado. Integrado en su totalidad en la Reserva de la Biosfera, perdió su emblemático icono, un pino enorme de más de 500 años de antigüedad, en un incendio ocurrido en julio de 2007.

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El municipio cumbrero de Tejeda es Reserva de la Biosfera en su totalidad y el pueblo que lleva su nombre ha sido recientemente elegido como uno de los más bonitos de España. Turistas y lugareños que se acercan diariamente a contemplar desde allí las imponentes vistas del Roque Nublo y Bentayga. El pueblo, que cuenta con hoteles, casas rurales y apartamentos  tiene mucho que ofrecer: la iglesia y su plaza, el Centro de plantas medicinales, el Museo de las Tradiciones, etc.

La gastronomía de la zona se puede probar en los bares y restaurantes del pueblo o en la Cruz de Tejeda, donde existe un parador nacional de turismo y múltiples tienditas donde comprar productos de la tierra, souvenirs, o restaurantes con platos típicos. En Tejeda ninguna comida puede acabar sin alguna de las típicas delicias de almendra.  Los almendreros, distribuidos por todo el municipio, son un bello espectáculo visual cuando están florecidos y se organizan muchas rutas para pasear entre ellos. A principios del mes de febrero se celebra cada año la animada y tradicional  Fiesta del Almendro en Flor a la que acude gente de toda la isla ataviada con trajes típicos. 

Una carretera que parte del pueblo llega al Roque Bentayga y su interesante Centro de Interpretación en el que descubriremos los ritos que los antiguos canarios realizaban en este santuario religioso. Este hito volcánico, junto al Roque Nublo - icono de la isla-  , el Roque del Fraile y el de la Rana, conforman el "skyline" de la cumbre de Gran Canaria. Muchos son los puntos desde los que se pueden ver estos roques con diferentes perspectivas, siendo el Mirador de la Degollada de Becerra uno de los más conocidos y desde el que se disfruta de atardeceres únicos.

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San Mateo es un claro ejemplo de lo que en Canarias se conoce como "medianías": zona situada entre el mar y las cumbres. La medianías de Gran Canaria, húmedas y lluviosas en invierno y secas y calurosas en verano: son zonas agrícolas y ganaderas por excelencia pero el territorio de la Vega de San Mateo también toca las cumbres. Un pequeño tramo de esa franja cumbrera es parte de la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria en una de sus zonas de transición. Se trata de un pinar ubicado cerca del Pico de las Nieves y del  pozo homónimo.

El barrio de Las Lagunetas, desde el que parten varios senderos interesantes y que de forma circular, vuelven a él, es perfecto para descansar tras el paseo y reponer fuerzas con la gastronomía, vinos y quesos de la zona que ofrecen sus bares y restaurantes. El barranco de La Mina es otro punto de especial interés en el municipio pues allí aún se conserva una interesante masa de sauces canarios o saos característica de los cauces húmedos de la cara norte de la isla.

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